De la mano del joven muralista Yaka, la mascota de El Biguá se hizo gigante en una de las paredes de nuestro gimnasio.

  

En la esquina de las calles Chubut y Pueyrredón de la ciudad, en una de las paredes exteriores del gimnasio de nuestro club, hay un nuevo mural que decora la vía pública. Se trata de la obra de Bruno, un joven muralista neuquino. Con solo 15 años, hizo esta magnífica obra de arte callejero que representa los colores de nuestro club en un mural.

Este genio del rodillo, más conocido como “Yaka” en el mundo del graffiti y el muralismo neuquino, cuenta que todo comenzó con un dibujo hecho a mano en un papel y que a pedido de Gastón “Oso” Pedalino, el coordinador deportivo de nuestro club, ese boceto se convirtió en mural.

 

 

“Yo tenía la idea de pintar un mural en ese espacio y el Oso me sugirió que pinte el escudo de Básquet del Club. Entonces, hice un diseño del pájaro biguá con el escudo y lo demás que se ve en la imagen”, contó el joven.

Durante 5 días, en unas 25 horas en total y utilizando brochas y rodillos, Yaka le dio vida a la mascota de El Biguá, al lado de un aro de básquet en un entorno de cielo y tierra.

 

 

 

LA PRÁCTICA HACE AL MAESTRO 

 

Bruno, explicó, utilizó una técnica de muralismo que se basa en dibujar muchas líneas en la pared en diferentes direcciones. Después, guiándose por la foto del boceto en el celular, se unen formando la imagen del dibujo. Así logró transferir las imágenes del papel a la pared para luego darle el color final y textura, primero al pájaro y luego al resto.

“Lo más difícil fue la parte del pájaro, porque al ser negro no podía hacer que se marquen los detalles pero al final le puse unas luces y quedó re bien”, recordó el joven. Y destacó: “el proceso estuvo muy bueno, lo disfruté mucho porque estuve con muchos amigos que fueron a hacerme la segunda mientras yo pintaba. Y también aprendí mucho haciendo este muro, me dio mucha experiencia”.

 

 

LA CALLE 

 

Durante la pintada, la gente también se acercó a curiosear para ver qué hacía este chico trepado a su escalera. “Los que pasaban me felicitaban y se sorprendían al verme tan chico haciendo una pared así de grande. Y una vecina, la de la esquina, un día se acercó y me trajo un sánguche y algo para tomar, y se quedó charlando conmigo un montón.  Le mando un saludo”, concluyó Bruno entre risas.

Así es la historia de cómo quedaron los colores de nuestro club hechos Mural, producto de la iniciativa y creatividad de un joven muralista que vio en nuestra insignia una gigantografía que le avisa a la ciudad que acá está El Biguá. 

Y si pasás por ahí, ¡no dejes de sacarte una foto con nuestra mascota y compartirla con el hashtag #somosbigua!