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La entrañable pareja que hace del club su lugar en el mundo
Entre tantos rostros que dan vida a nuestro club, siempre vemos los de Elba y Héctor. Juntos hacen la pareja más adorable de nuestro club.
Siempre se los ve juntos, en alguna mesa retirada del tumulto, con las cartas en las manos y mate de por medio. Llevan casi seis años eligiendo nuestro club como un lugar para compartir junto con la familia y con toda nuestra comunidad, en un entorno natural único.
“Somos los primeros en llegar y los últimos en irnos”, cuenta Elba con una sonrisa. Porque claro, en verano llegan temprano y se ubican en su lugar favorito para pasar el día. Y el otoño también lo disfrutan, visitando el club por la tarde hasta que cae el sol y “se pone frío”.

A los dos les encanta la vida de club, compartir con la comunidad y disfrutar del entorno natural de El Biguá.
En esta época, como hay menos gente, se llevan una pequeña radio (analógica, claro) y juegan a las cartas durante horas, con la música bajita, entre las hojas amarillas que se desprenden de los álamos del club. La escena es siempre hermosa.
Pero, ¿a qué juegan? “Nos encanta venir a jugar a las cartas, a un juego que se llama El As, o a los dados, nos gusta La Generala. A veces gano yo, a veces él. Lo importante es compartir”, comenta Elba. Y Héctor agrega, con entusiasmo, las reglas del juego: “Repartimos 5 cartas a cada uno y un pozo de 10. El As es obligatorio tirarlo. Gana el que libera el pozo más rápido”, resume.

Héctor es de Buenos Aires, pero hace 49 años que vive en la ciudad de Neuquén donde conoció a Elba.
SER COMUNIDAD
Para ellos, el club no es solo un lugar de paseo. Es punto de encuentro, es recreo y también rutina, es diversión y hogar. “El club tiene eso hermoso de la vida comunitaria. Nos conocemos con los de siempre; los chicos de la entrada ya saben quiénes somos; saludamos a las familias vecinas. Es un ambiente seguro, familiar, lleno de naturaleza y de buena energía”, dice Héctor.
Y, aunque muchas veces se los ve solos en una mesa, son parte de una familia numerosa con nietos y bisnietos. “Mis hijos, mis nietos y hasta mis bisnietos vienen al club. Hemos festejado cumpleaños acá. Es un lugar donde todos tenemos nuestro espacio”, dice Elba cuya nieta juega al vóley en el club.
Hacen asado, a veces se suman amigos a la partida del AS; otras veces, está la familia completa. Para ellos, cualquier plan en nuestro club, es un planazo.

Elba y Héctor no sólo comparten el gusto por las cartas, también juegan a los dados.
VUELTAS DE LA VIDA
Si hace mucho calor, el prefiere la sombra; ella siempre el sol. El viudo, ella divorciada. Ella vive en el centro, él cerquita del club. Ambos son de Buenos Aires, pero llevan décadas viviendo en Neuquén, y aunque eran del mismo barrio y hasta hinchas del mismo club en su ciudad natal, el universo hizo que se conocieron acá, en nuestra ciudad, al orillas del Limay.
“Yo vengo del mundo de los clubes”, comenta Héctor y agrega: “En Buenos Aires, pasé mi adolescencia en el Club San Lorenzo. Esa vida de club me marcó y la volví a encontrar en el Biguá”. “Este lugar es un oasis. Aire puro, seguridad, naturaleza. Es nuestro refugio”, coinciden.

Elba llegó a Neuquén hace 5 décadas, a vivir a la localidad de El Chocón. Luego, eligió la ciudad de Neuquén para asentarse definitivamente.
Hoy, después de diez años de ser pareja, siguen eligiendo no convivir, pero si compartir: bailan folclore, disfrutan del río, comparten la familia, se ríen, se eligen. Porque Elba y Héctor no son solo socios, ellos representan el sentido de ser parte de una comunidad como la del El Biguá con cada partida de cartas que juegan bajo los árboles, con cada tarde que pasan entre mates y afectos.
Porque a veces, las historias más lindas están ahí, en lo simple y cotidiano, en una mesa de cemento bajo la sombra de un árbol, con cartas bien jugadas y matecito de por medio.

Elba y Héctor disfrutan del club todo el año.
Conocé más sobre nuestro club en El Biguá.
